Nací el 14 de marzo de 1960 en el
distrito de Cocharcas, por aquel tiempo perteneciente a la provincia de
Andahuaylas, departamento de Apurímac. Soy el tercero de siete hermanos: los
cuatro primeros varones y las tres últimas mujeres, fruto del matrimonio de mis
padres, campesinos pobres.
Toda mi niñez viví en mi pueblo,
donde estudié la primaria completa. Percibí, desde que tengo uso de razón, los
infortunios de mi familia, en situación de pobreza, luchando a brazo partido
por la sobrevivencia. Para sostenernos, mi padre se dedicaba a la agricultura,
complementariamente, el negocio de compra y venta de ganado con dinero prestado
de algún usurero, y falleció extrañamente en esos avatares, probablemente
asesinato para robarle el dinero. Tras de su muerte, mi familia quedó en el
desamparo, endeudada y sumida en la mayor pobreza; yo tenía diez años.
¿Qué hechos marcaron mi
conciencia en esta etapa de mi vida? No obstante mi temprana edad, dos hechos
merecen ser mencionados: 1) Tendría unos seis años cuando presencié la
prepotencia y tiranía de los agentes represivos del sistema de explotación y
opresión semifeudal, semicolonial y de capitalismo burocrático ensañándose contra
mi madre: en una ocasión, dos policías que habían ido a mi pueblo desde la
capital de provincia, entraron a mi casa en ausencia de mi padre ordenando a mi
madre que mate su gallina y la cocine para ellos; ella se opuso diciéndoles que
era para que coman sus hijos, y cuando los policías quisieron tomar a la fuerza
nuestra gallina, mi madre los enfrentó muy indignada, forcejeando y llegando a
desgarrar el uniforme de uno de ellos, haciéndolos recular. También por esa
época, un recaudador de contribuciones quiso llevarse abusivamente un caballo
que mi madre había alquilado para transportar la cosecha. Ante la negativa de ella el recaudador la empujó haciéndola caer;
pero mi madre se incorporó y le propinó una contundente bofetada en el rostro,
haciendo que salte su diente postizo al tipo, a quien no le quedó sino alejarse
vociferando lastimeramente con la boca ensangrentada. Como represalia, en ambos
casos, las autoridades se llevaron preso a mi padre a la capital de provincia,
teniéndolo en sus calabozos no recuerdo si uno o más meses. 2) Al final de la
década sesenta, la creciente agitación por la “toma de tierras” que se estaba produciendo
en el movimiento campesino de la provincia de Andahuylas, particularmente en
los anexos y el mismo distrito de Cocharcas, mi pueblo, iban formando mi
conciencia de clase, identificándome con la justa y necesaria lucha por la
tierra, contra el gamonalismo. Estos hechos fueron impregnando en mi mente
ideas elementales, por un lado, de rechazo al sistema imperante y, por otro, la
necesidad de rebelarse contra toda injusticia y abuso de las clases dominantes
y sus representantes.
Tenía once años cuando los tres
hermanos mayores vinimos a Lima a trabajar para ayudar a mi madre y mis cuatro
hermanos menores, que se quedaron, a más de labrar nuestro futuro, ya que en mi
pueblo no teníamos ninguna posibilidad. Trabajamos en diversas actividades como
vendedores ambulantes. Un año después mi hermano mayor me matriculó para
estudiar secundaria de noche, pero cursé el primer año solo hasta terminar el
segundo trimestre y me retiré haciendo caso a un profesor que, viendo en mí a
un buen estudiante, me aconsejo que estudiara de día si quería tener un mejor
futuro. Al año siguiente me matriculé en la Gran Unidad Escolar Pedro A.
Labarte y pasé a estudiar en el turno tarde, a la vez que trabajaba en las
mañanas para sostenerme (ambas actividades fueron una necesidad en mi vida que
las asumí desde ese tiempo hasta la universidad, en forma independiente y como
algo natural, pues ninguno de mi familia tenía posibilidades para apoyarme
económicamente) En este colegio cursé solo hasta el tercer año de secundaria, pues
mi profesor de matemáticas, que me apreciaba, me recomendó trasladarme al
colegio ubicado en la urbanización Manzanilla, adyacente a la intersección de
las avenidas Nicolás Ayllón y Grau, para evitar represalias dentro del colegio
a causa de que los estudiantes habíamos desarrollado protestas para sacar a los
malos profesores, sin lograr el objetivo. La rebeldía contra todo lo que
consideraba injusto bullía en mi espíritu adolecente.
En mi nuevo colegio estudié el
cuarto y quinto años de secundaria, participando activamente en las luchas
estudiantes y especialmente apoyando las prolongadas huelgas del magisterio de
los años 1977 y 1978, dirigidas por el SUTEP. En esos años tuve importante
participación en la organización del movimiento estudiantil de mi colegio.
Combatiendo y doblegando a los profesores y estudiantes apristas rompehuelgas,
además de practicantes de la Universidad Federico Villareal que iban como
reemplazantes de profesores en huelga, logramos movilizar y paralizar
completamente mi centro de estudios, a la vez que coordinábamos y convergíamos
con los demás colegios de la capital en las marchas masivas convergían, al
final del día, en la facultad de medicina San Fernando de la UNMSM, concluyendo
en mítines multitudinarios. Esas jornadas de lucha y rebeldía contra el sistema
de explotación y opresión me iban forjando en la lucha de clases de nuestro
pueblo y madurando mi conciencia revolucionaria en la necesidad de la
transformación de la vieja sociedad peruana.
Al terminar la secundaria,
durante el año de 1979 me preparé en la Academia Popular de Preparación
Preuniversitaria (APPU) de la avenida Riva Agüero, El Agustino, en el turno
nocturno, trabajando de día como siempre, a la vez participando voluntariamente
en cuantas marchas y movilizaciones de la creciente protesta popular del final
de la década contra el hambre, la miseria, el alza del costo de vida, etc. A
fines de ese año en la academia me relacioné con activistas del PCP y empecé a
participar en las frecuentes movilizaciones de agitación y propaganda que se
desarrollaron en función del inicio de la lucha armada.
Al día siguiente año ingresé a la
Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, “La Cantuta”, donde
me organicé y pasé a activar en los organismos por el PCP. Desde entonces mi
vida tuvo rumbo y sentido definido, y elevando científicamente mi conciencia
revolucionaria con la ideología y política del Partido me consagré cabalmente a
las tareas revolucionarias de la guerra popular en marcha. A fines de 1982, ya
siendo comunista, cuando la dirección partidaria llamó a los voluntarios para
ser desplazados al campo, el teatro principal de la acción armada, decidí dejar
mis estudios universitarios y a mi familia, que ya residía en Lima (mi madre y
todos mis hermanos), pedí al Partido ser parte de ese contingente y fui enviado
al Comité Regional del Centro, comité partidario donde desde entonces me
mantuve consecuente y siempre fiel a la Jefatura del Presidente Gonzalo, al
marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo y la línea del Partido, a
través de todos los zigzags del proceso de la revolución en nuestro país, hasta
mi detención en el año 2003.
En este glorioso proceso de
desarrollo de la guerra popular, en 1985, tuve el privilegio de asistir por
primera vez a un evento del Partido presidido por el Presidente Gonzalo,
cumpliendo el anhelado deseo de conocerlo personalmente, ocasión en la que también
conocí a las camaradas Norah y Miriam, miembros del Comité Permanente
Histórico, así como a otros dirigentes del Partido. Este feliz acontecimiento y
los eventos que siguieron, dirigidos magistralmente por el Presidente Gonzalo,
entre ellos el imperecedero gran hito histórico del Primer Congreso del PCP, a
los que tuve el honor de asistir en los largos años de fulgurante guerra
popular, marcaron para siempre mi vida y consolidaron inalterablemente mi
concepción y convicción comunistas en la brega por el triunfo de la guerra
popular en el Perú, sirviendo a la revolución proletaria mundial, potenciando a
la vez mi posición de clase, espíritu de Partido y el desinterés absoluto.
Armado con el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo, la línea política
general y el programa del Partido participé cumpliendo un papel destacado en la
dirección política de la guerra popular en la región del Centro, donde, como en
el resto del país, se construyó las bases de apoyo, el nuevo poder, llegando la
guerra popular hasta el equilibrio estratégico y a su punto más alto en julio
de 1992.
Ante las conmociones producidas
en el Partido por la detención de la Jefatura del Presidente Gonzalo y la
Dirección Central, que descabezaron el PCP y la guerra popular, malhadado hecho
que determinó un giro estratégico en la revolución peruana, principalmente por
problema de dirección política proletaria, y ante el posterior llamamiento del
Presidente Gonzalo y camarada Miriam a luchar por la Nueva Gran Decisión y
Definición, pasando de la guerra cruenta a la lucha política sin armas,
firmemente afincados en nuestra ideología y principios de clase, en función del
irrenunciable e inexorable futuro socialismo y comunismo, no obstante haber
escuchado esta voz de orden de la Dirección Central solo por radio, en el
Comité Regional del Centro nos esforzamos por comprenderlo y sustentarlo, y en
medio de la lucha interna, cerramos filas con el Presidente Gonzalo y la
Dirección Central y asumimos cabalmente el llamamiento, orientando toda nuestra
actividad dentro de este nuevo rumbo establecido.
Producida mi detención en julio
del 2003, ante la Policía antiterrorista y después en los juicios políticos
desenvueltos por la Sala Penal Nacional asumí con firmeza y convicción la
defensa de lo hecho en nuestro país, es decir, la defensa de la jefatura del
Presidente Gonzalo, del marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo, del
PCP y de la guerra popular. Fui juzgado por la Sala Penal Nacional, un fuero
antiterrorista de excepción, en aplicación de una legislación general de
excepción, de leyes procesales y de procedimiento de excepción, siendo
condenado por autoría mediata, que viola la legalidad, a la pena de 35 años, y
vengo cumpliendo prisión por casi 14 años en aplicación también de leyes de
ejecución penal de excepción, sin beneficios y con sistemática negación de mis
derechos fundamentales. Actualmente vengo enfrentando un nuevo proceso por el
caso Tarata y Tráfico ilícito de drogas, un juicio eminentemente político, una
farsa sin base real ni sustento legal, para cuya Acusación Fiscal fabricaron
testigos, dichos y hechos, con el propósito de imponer cadena perpetua a todos
los dirigentes, impidiendo la libertad de quienes ya hace cuatro años
cumplieron su pena máxima y para infamar, desprestigiar y escarmentar a los revolucionarios
marxista-leninista-maoístas, pensamiento Gonzalo del Perú.
Penal Miguel Castro Castro
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