Florentino Cerón cardozo

  • sábado, junio 10, 2017
  • By Farsa de Juicios
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Nací el 14 de marzo de 1960 en el distrito de Cocharcas, por aquel tiempo perteneciente a la provincia de Andahuaylas, departamento de Apurímac. Soy el tercero de siete hermanos: los cuatro primeros varones y las tres últimas mujeres, fruto del matrimonio de mis padres, campesinos pobres.

Toda mi niñez viví en mi pueblo, donde estudié la primaria completa. Percibí, desde que tengo uso de razón, los infortunios de mi familia, en situación de pobreza, luchando a brazo partido por la sobrevivencia. Para sostenernos, mi padre se dedicaba a la agricultura, complementariamente, el negocio de compra y venta de ganado con dinero prestado de algún usurero, y falleció extrañamente en esos avatares, probablemente asesinato para robarle el dinero. Tras de su muerte, mi familia quedó en el desamparo, endeudada y sumida en la mayor pobreza; yo tenía diez años.

¿Qué hechos marcaron mi conciencia en esta etapa de mi vida? No obstante mi temprana edad, dos hechos merecen ser mencionados: 1) Tendría unos seis años cuando presencié la prepotencia y tiranía de los agentes represivos del sistema de explotación y opresión semifeudal, semicolonial y de capitalismo burocrático ensañándose contra mi madre: en una ocasión, dos policías que habían ido a mi pueblo desde la capital de provincia, entraron a mi casa en ausencia de mi padre ordenando a mi madre que mate su gallina y la cocine para ellos; ella se opuso diciéndoles que era para que coman sus hijos, y cuando los policías quisieron tomar a la fuerza nuestra gallina, mi madre los enfrentó muy indignada, forcejeando y llegando a desgarrar el uniforme de uno de ellos, haciéndolos recular. También por esa época, un recaudador de contribuciones quiso llevarse abusivamente un caballo que mi madre había alquilado para transportar la cosecha. Ante la negativa de  ella el recaudador la empujó haciéndola caer; pero mi madre se incorporó y le propinó una contundente bofetada en el rostro, haciendo que salte su diente postizo al tipo, a quien no le quedó sino alejarse vociferando lastimeramente con la boca ensangrentada. Como represalia, en ambos casos, las autoridades se llevaron preso a mi padre a la capital de provincia, teniéndolo en sus calabozos no recuerdo si uno o más meses. 2) Al final de la década sesenta, la creciente agitación por la “toma de tierras” que se estaba produciendo en el movimiento campesino de la provincia de Andahuylas, particularmente en los anexos y el mismo distrito de Cocharcas, mi pueblo, iban formando mi conciencia de clase, identificándome con la justa y necesaria lucha por la tierra, contra el gamonalismo. Estos hechos fueron impregnando en mi mente ideas elementales, por un lado, de rechazo al sistema imperante y, por otro, la necesidad de rebelarse contra toda injusticia y abuso de las clases dominantes y sus representantes.

Tenía once años cuando los tres hermanos mayores vinimos a Lima a trabajar para ayudar a mi madre y mis cuatro hermanos menores, que se quedaron, a más de labrar nuestro futuro, ya que en mi pueblo no teníamos ninguna posibilidad. Trabajamos en diversas actividades como vendedores ambulantes. Un año después mi hermano mayor me matriculó para estudiar secundaria de noche, pero cursé el primer año solo hasta terminar el segundo trimestre y me retiré haciendo caso a un profesor que, viendo en mí a un buen estudiante, me aconsejo que estudiara de día si quería tener un mejor futuro. Al año siguiente me matriculé en la Gran Unidad Escolar Pedro A. Labarte y pasé a estudiar en el turno tarde, a la vez que trabajaba en las mañanas para sostenerme (ambas actividades fueron una necesidad en mi vida que las asumí desde ese tiempo hasta la universidad, en forma independiente y como algo natural, pues ninguno de mi familia tenía posibilidades para apoyarme económicamente) En este colegio cursé solo hasta el tercer año de secundaria, pues mi profesor de matemáticas, que me apreciaba, me recomendó trasladarme al colegio ubicado en la urbanización Manzanilla, adyacente a la intersección de las avenidas Nicolás Ayllón y Grau, para evitar represalias dentro del colegio a causa de que los estudiantes habíamos desarrollado protestas para sacar a los malos profesores, sin lograr el objetivo. La rebeldía contra todo lo que consideraba injusto bullía en mi espíritu adolecente.

En mi nuevo colegio estudié el cuarto y quinto años de secundaria, participando activamente en las luchas estudiantes y especialmente apoyando las prolongadas huelgas del magisterio de los años 1977 y 1978, dirigidas por el SUTEP. En esos años tuve importante participación en la organización del movimiento estudiantil de mi colegio. Combatiendo y doblegando a los profesores y estudiantes apristas rompehuelgas, además de practicantes de la Universidad Federico Villareal que iban como reemplazantes de profesores en huelga, logramos movilizar y paralizar completamente mi centro de estudios, a la vez que coordinábamos y convergíamos con los demás colegios de la capital en las marchas masivas convergían, al final del día, en la facultad de medicina San Fernando de la UNMSM, concluyendo en mítines multitudinarios. Esas jornadas de lucha y rebeldía contra el sistema de explotación y opresión me iban forjando en la lucha de clases de nuestro pueblo y madurando mi conciencia revolucionaria en la necesidad de la transformación de la vieja sociedad peruana.

Al terminar la secundaria, durante el año de 1979 me preparé en la Academia Popular de Preparación Preuniversitaria (APPU) de la avenida Riva Agüero, El Agustino, en el turno nocturno, trabajando de día como siempre, a la vez participando voluntariamente en cuantas marchas y movilizaciones de la creciente protesta popular del final de la década contra el hambre, la miseria, el alza del costo de vida, etc. A fines de ese año en la academia me relacioné con activistas del PCP y empecé a participar en las frecuentes movilizaciones de agitación y propaganda que se desarrollaron en función del inicio de la lucha armada.

Al día siguiente año ingresé a la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, “La Cantuta”, donde me organicé y pasé a activar en los organismos por el PCP. Desde entonces mi vida tuvo rumbo y sentido definido, y elevando científicamente mi conciencia revolucionaria con la ideología y política del Partido me consagré cabalmente a las tareas revolucionarias de la guerra popular en marcha. A fines de 1982, ya siendo comunista, cuando la dirección partidaria llamó a los voluntarios para ser desplazados al campo, el teatro principal de la acción armada, decidí dejar mis estudios universitarios y a mi familia, que ya residía en Lima (mi madre y todos mis hermanos), pedí al Partido ser parte de ese contingente y fui enviado al Comité Regional del Centro, comité partidario donde desde entonces me mantuve consecuente y siempre fiel a la Jefatura del Presidente Gonzalo, al marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo y la línea del Partido, a través de todos los zigzags del proceso de la revolución en nuestro país, hasta mi detención en el año 2003.

En este glorioso proceso de desarrollo de la guerra popular, en 1985, tuve el privilegio de asistir por primera vez a un evento del Partido presidido por el Presidente Gonzalo, cumpliendo el anhelado deseo de conocerlo personalmente, ocasión en la que también conocí a las camaradas Norah y Miriam, miembros del Comité Permanente Histórico, así como a otros dirigentes del Partido. Este feliz acontecimiento y los eventos que siguieron, dirigidos magistralmente por el Presidente Gonzalo, entre ellos el imperecedero gran hito histórico del Primer Congreso del PCP, a los que tuve el honor de asistir en los largos años de fulgurante guerra popular, marcaron para siempre mi vida y consolidaron inalterablemente mi concepción y convicción comunistas en la brega por el triunfo de la guerra popular en el Perú, sirviendo a la revolución proletaria mundial, potenciando a la vez mi posición de clase, espíritu de Partido y el desinterés absoluto. Armado con el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo, la línea política general y el programa del Partido participé cumpliendo un papel destacado en la dirección política de la guerra popular en la región del Centro, donde, como en el resto del país, se construyó las bases de apoyo, el nuevo poder, llegando la guerra popular hasta el equilibrio estratégico y a su punto más alto en julio de 1992.

Ante las conmociones producidas en el Partido por la detención de la Jefatura del Presidente Gonzalo y la Dirección Central, que descabezaron el PCP y la guerra popular, malhadado hecho que determinó un giro estratégico en la revolución peruana, principalmente por problema de dirección política proletaria, y ante el posterior llamamiento del Presidente Gonzalo y camarada Miriam a luchar por la Nueva Gran Decisión y Definición, pasando de la guerra cruenta a la lucha política sin armas, firmemente afincados en nuestra ideología y principios de clase, en función del irrenunciable e inexorable futuro socialismo y comunismo, no obstante haber escuchado esta voz de orden de la Dirección Central solo por radio, en el Comité Regional del Centro nos esforzamos por comprenderlo y sustentarlo, y en medio de la lucha interna, cerramos filas con el Presidente Gonzalo y la Dirección Central y asumimos cabalmente el llamamiento, orientando toda nuestra actividad dentro de este nuevo rumbo establecido.

Producida mi detención en julio del 2003, ante la Policía antiterrorista y después en los juicios políticos desenvueltos por la Sala Penal Nacional asumí con firmeza y convicción la defensa de lo hecho en nuestro país, es decir, la defensa de la jefatura del Presidente Gonzalo, del marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo, del PCP y de la guerra popular. Fui juzgado por la Sala Penal Nacional, un fuero antiterrorista de excepción, en aplicación de una legislación general de excepción, de leyes procesales y de procedimiento de excepción, siendo condenado por autoría mediata, que viola la legalidad, a la pena de 35 años, y vengo cumpliendo prisión por casi 14 años en aplicación también de leyes de ejecución penal de excepción, sin beneficios y con sistemática negación de mis derechos fundamentales. Actualmente vengo enfrentando un nuevo proceso por el caso Tarata y Tráfico ilícito de drogas, un juicio eminentemente político, una farsa sin base real ni sustento legal, para cuya Acusación Fiscal fabricaron testigos, dichos y hechos, con el propósito de imponer cadena perpetua a todos los dirigentes, impidiendo la libertad de quienes ya hace cuatro años cumplieron su pena máxima y para infamar, desprestigiar y escarmentar a los revolucionarios marxista-leninista-maoístas, pensamiento Gonzalo del Perú.
Penal Miguel Castro Castro

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